Cinco trucos para freír las empanadillas de atún y que te queden perfectas

Trucos

Las empanadillas están de moda. Desde hace ya un tiempo, este sencillo, aunque apetitoso platillo está más en boga que nunca, y por ello se puede pedir incluso en “take away” de algunos restaurantes. Es un placer poderlas saborear en cualquier sitio, pero en ningún lugar mejor que en casa. Sin embargo, a pesar de su sencillez, este bocado exquisito requiere de cierta destreza para que salga perfecto y a veces nos puede dar pereza cocinarlas.

De hecho, a lo mejor eres de los/as que nunca las hace en casa porque siempre acaba rompiéndolas o quemándolas. Si es así, sigue leyendo, porque aquí te daremos algunos consejos y te diremos cómo freír bien las empanadillas, para que te salgan perfectas.

Cómo debe ser una empanadilla perfecta

Y es que, el secreto de una buena empanadilla es que la masa sea crujiente por fuera y blandita por dentro. El relleno es cuestión de gustos (las hay de carne, de queso, de embutidos, de pescado, de verduras, de…), pero aquí te vamos a dar algunos trucos para conseguir que las populares y riquísimas empanadillas de atún te queden ideales.

La clave está en saber cómo freírlas. Porque en cuestión de su elaboración, en Maheso te lo ponemos muy fácil con nuestras empanadillas de atún, listas en tres minutos al horno o a la sartén, sin tener que descongelarlas. Son deliciosas empanadillas de atún, tomate y huevo cocido, todo ello envuelto en un crujiente hojaldre.

Pasos para que queden riquísimas

Veamos, entonces qué hacer para que las empanadillas de atún de Maheso te queden como nunca.

  1. Para freír congelados nunca debes descongelarlos previamente. En el caso de las empanadillas, lo que conseguirías es que se llenaran de aceite y se abombaran.
  2. Si las haces en la sartén o en la freidora asegúrate que haya abundante aceite y que esté bien caliente (pero no hirviendo). Para que no se formen burbujas, y tampoco nos queden unas empanadillas de textura lisa, el truco está, precisamente, en freírlas en aceite a alta temperatura, pero recuerda, que no esté tan excesivamente caliente como para que la masa tienda a crujirse y bombearse. Además, el aceite nunca debe sobrepasar el punto de humo (que no supere los 170ºC). Cuando empiecen a dorarse, baja un poco el fuego, y vuelve a terminar otra vez con el fuego muy alto. De esta forma conseguirás que te queden crujientes por fuera y suaves por dentro. Además, así también lograrás que el relleno tenga la temperatura deseada para que esté en su punto.
  3. No eches demasiadas empanadillas a la vez en la sartén o en la freidora, porque entonces, provocarías que la temperatura del aceite baje en ese primer contacto, y recuerda que lo importante es controlar la temperatura siempre, pero, sobre todo, al principio del proceso.
  4. Cuando las hayas frito y estén ya doraditas, sácalas de la sartén o de la freidora y colócalas en una bandeja o plato con papel absorbente. Esto ayudará a quitar el exceso de grasa.
  5. Otro truco para que te queden perfectas es regenerarlas en las freidoras sin aceite, pequeños electrodomésticos que funcionan con aire caliente, sin necesidad de añadir más que una cucharadita de aceite en cada uso. Son aparatos ideales para conseguir fritos crujientes sin exceso de aceite. De hecho, consiguen reducir hasta un 80% de aceite, y el resultado es muy muy parecido al que conseguimos friéndolas en una sartén o en una freidora tradicional.

Otras recomendaciones

Además de los trucos que te hemos explicado, queremos darte algunas recomendaciones para que tengas en cuenta cuando frías unas empanadillas en casa. Por ejemplo, recuerda que no es bueno freírlas mucho, porque la masa se puede estropear, y si te despistas, incluso podrías quemarlas. Intenta que tengan un color dorado, pero no “moreno”.

Tampoco es bueno reutilizar el aceite ni usar un aceite de baja calidad. Un buen aceite te ayudará a que las empanadillas tengan mejor sabor y también una mejor textura.

El aceite de oliva virgen extra es perfecto para ello, sobre todo, porque aguanta mejor el calor (tiene el punto de humo a más temperatura), por lo que es más saludable. Recuerda que la alta temperatura puede dañar las moléculas que forman el aceite estropeándolo e incluso puede producir sustancias dañinas para nuestro cuerpo. Por ello, el aceite de oliva virgen extra es bueno para freír, sin embargo, a muchas personas les puede parecer que aporta demasiado sabor. La alternativa son los aceites vegetales con un punto de humo alto, como por ejemplo los aceites de girasol alto oleico.

Un poco de historia sobre las empanadillas

Ahora que sabemos cómo freír empanadillas y no fracasar en el intento, ¿qué te parece si además nos adentramos un poco más en este exquisito bocado? Así, la próxima vez que las sirvas en una cena con amigos, o cuando las saborees en familia, podrás lucirte además con algo de cultura culinaria.

Porque, como decíamos, se han puesto muy de moda y parecen ser las nuevas “tapas” de los millennials. Sin embargo, las empanadillas tienen una larga tradición.

Sobre su origen e invención, no queda claro si fueron unos u otros, ya que esta elaboración y sus innumerables versiones, se encuentran en muchas cocinas del mundo. A saber, las empanadillas españolas son hermanas de las argentinas, y primas de las famosas indias, de las pastillas de Marruecos, o incluso parientes del rollito de primavera chino.

En nuestro país, sin embargo, un libro de cocina publicado en catalán en el año 1520 ya las mencionaba. Se trata del Llibre del Coch, de Ruperto Nola, donde aparecen unas empanadas rellenas de marisco. ¿Serían quizás las tatarabuelas de nuestras Empanadillas de Atún de Maheso?

Posiblemente, aunque ni siquiera fueron los catalanes los inventores de las empanadillas. Se cree que ellos las copiaron de los árabes, que las elaboraban ya por entonces con cordero, bulgur y especias, y las llamaban “esfigha” y “fatay”. Más atrás en el tiempo, hemos sabido que los antiguos griegos ya cocinaban una especie de empanada, que preparaban con masa phillo.

Sea como fuere, este nuevo plato ideal para practicar el denominado “finger food” (comer con los dedos), no es una nueva invención de los cocineros del siglo XXI. Sin embargo, el paso del tiempo no ha hecho más que favorecerle. Y ahora, no hay cocina actual que no vea pasar por ellas unas deliciosas empanadillas.

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